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Historia de la antropología cristiana de la antropología cultural a la teología fundamental
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“El término antropología cristiana responde a un conjunto de ideas, textos, obras, reflexiones sobre el hombre desde la fe y la razón. Calificamos un pensamiento como antropológico, porque asume explicar el sentido del hombre promoviendo la respuesta a otras cuestiones como son la libertad, la responsabilidad moral, la participación social y otros problemas fundamentales con los que se enfrenta el ser humano en la tierra.” Jesús Fernández González
asumido que el cristianismo es algo así como un cúmulo de restos que todavía quedan en la cultura occidental y que poco a poco irán desapareciendo. Consecuentemente, si apoyamos esta tendencia, le haremos un gran favor a la convivencia en el marco social ya que, si echamos la vista atrás, la historia del cristianismo está repleta de oscurantismo, especialmente durante la Edad Media.
El cristianismo habría aniquilado la rica cultura pagana y en su lugar habría colocado toda una serie de supersticiones, creencias sin ningún rigor racional y, con su alusión constante a los tormentos eternos, habría logrado domesticar y controlar a una población europea sumida en la ignorancia y el temor.
Pero este relato impuesto dista tanto de la realidad que sencillamente es falso. El cristianismo en la actual cultura occidental no es ningún resto ni algo que pueda ser aniquilado por la sencilla razón de que ésta, nuestra cultura, tiene tanta influencia cristiana que ha sido construida precisamente sobre sus columnas. Lo que suele ocurrir es que el ciudadano medio no se percata de ello porque, posiblemente, desconoce sus raíces y el hecho de que muchos de sus logros a nivel social, de convivencia y respeto no son propios, tienen una larga historia.
El profesor Jesús Fernández demuestra precisamente esto, que el cristianismo no es un antiguo vestigio ni ha estado históricamente enfrentado a la razón. Por lo tanto, la fe debe buscar su espacio y reclamar aquello que le pertenece y que, lejos de haberse diluido o fusionado, tiene una identidad propia.
El ser humano es el sujeto y el objeto de la historia, el centro de la naturaleza y, para los cristianos, el culmen de la creación. Por ello debería ser el elemento medular de todas las ciencias. Es ahora que podemos entender la importancia de cuando nuestro autor dice que “el cristianismo representa el lugar donde nace la antropología, sobre todo a partir de la gran síntesis realizada por San Agustín como intérprete de la filosofía antigua”. El ser humano, como imagen de Dios, es el fundamento de toda la antropología cristiana y el gran argumento a favor de su dignidad innata.
La antropología cristiana coloca a la persona en el centro, desde ahí es que ella se interroga sobre Dios, por ella misma, por su relación con el resto de la naturaleza, con su prójimo. La teología por su parte se centra en la respuesta de Dios y esta respuesta únicamente puede ser entendida y aceptada en la interioridad, en su alma, por medio de su espíritu. Pero el cuerpo no es algo despreciable, secundario, sino que el ser humano es una unidad, una compacta realidad que reclama por su dignidad, algo defendido al presente que pero que solo fue posible por la herencia cristiana. Por ello este ensayo también es una antropología cultural y una teología fundamental.